jueves, 13 de octubre de 2016

los monos en la selva

 LOS MONOS EN LA SELVA La influencia de la fiebre Amarilla y la degradación del medio ambiente en los monos aulladores que habitan en Argentina.
Los primates son una de las especies más cercanas al hombre en el camino evolutivo; pero sobre todas las cosas cumplen un importante rol como regeneradores de la naturaleza. Sin embargo, las dos especies de monos “aulladores” que habitan en la Selva misionera; sufren amenazas que ponen en peligro su supervivencia. Una de ellas, es la fiebre Amarilla.
En Argentina, casi el 80 % de la “Selva paranaense o misionera”, presenta algún grado de deterioro; y solo en el Parque Nacional Iguazú, -que rodea a las Cataratas-, algunas reservas provinciales y otras privadas como Yacutinga, los bosques naturales poseen un buen grado de conservación. En el resto de la región, la constante deforestación, la explotación agrícola-ganadera, la instalación de grandes represas hidroeléctricas, y la proliferación de carreteras que fragmentan los bosques; generan un desequilibro tan grande en los ecosistemas naturales que bien podrían contribuir a la emergencia de virus, como la fiebre Amarilla. Se estima que a estos factores, le se suman las elevadas precipitaciones y temperaturas cálidas que también podrían influir en la generación de los “hábitats ideales” para la reproducción de las especies de mosquitos que actúan como vectores del virus de la fiebre Amarilla.
El virus de la fiebre Amarilla que llegó a América desde África, probablemente durante el tráfico de esclavos, amenaza con rigurosidad a las especies de primates, entre ellos a los monos conocidos con el nombre de aulladores; que habitan en el noreste de Argentina. El problema es que en estas especies, el virus de la fiebre Amarilla provoca la muerte de la mayoría o de toda la comunidad.

Existen nueve especies de monos aulladores en el mundo, y solo habitan en América, distribuidos desde México hasta el Sur de Brasil y Noreste de Argentina. En Misiones hay dos de estas especies: el aullador negro, -por el color oscuro de su pelaje- y conocido también con el nombre de Carayá; que vive en los bosques misioneros y en parte de las provincias de Formosa, Chaco, Santa Fe y Corrientes; y el aullador rojo que solo aparece en Misiones. Tanto el negro como el rojo se distinguen por su capacidad de emitir poderosos aullidos, de allí su mote. A este grupo se le suma otra especie cercanamente emparentada, llamado Caí, que convive con ellos en todas las áreas selváticas del noreste Argentino.

La fiebre Amarilla en Misiones

La fiebre Amarilla se extiende en los ambientes tropicales y subtropicales, y es usualmente padecida por los monos aulladores, los cuales la contraen al ser picados por mosquito portador del virus que habita en estas regiones. Este insecto, se desarrolla en flores y plantas epífitas como las brómelas y orquídeas que conservan agua entre sus hojas; una de las principales fuentes de alimentación de estos primates.
Entre los años 2005 y 2008, un grupo interdisciplinario de científicos del CONICET, realizó, en el Parque Provincial “El Piñalito” en Misiones, un estudio de investigación referido a diversos aspectos del comportamiento de cuatro grupos de monos Aulladores. El objetivo era observar y relevar sus conductas, tales como la dieta, el uso del hábitat y las vocalizaciones de estos primates. Pero a fines de la investigación, se detectaron dos importantes brotes de fiebre Amarilla en toda la provincia, en los que fueron hallados cincuenta y nueve monos aulladores muertos. El primero, localizado en el norte y centro misionero, -entre noviembre del 2007 y Abril del 2008-; y el otro en la región sur,- de octubre a diciembre del 2008-.
En enero de 2008, la población de monos aulladores bajo estudio, en el parque provincial “El Piñalito”, desapareció completamente durante el primer brote de fiebre Amarilla (12 de los 36 individuos fueron hallados muertos, y del resto se asume su muerte también ya que no fueron vistos ni oídos desde entonces). Debido a la alerta de las primeras muertes en esta población de monos aulladores, se pudo advertir a la población humana que el virus de la fiebre Amarilla estaba presente en la zona, y que se debía iniciar de forma urgente una campaña masiva de vacunación en las personas.
Pero no fue la única vez que sucedió esto en la región, ya que se reportaron dos brotes anteriores: uno en 1966, en el departamento de San Pedro, en donde fueron reportados varios casos humanos y al menos tres monos aulladores fueron encontrados muertos, y otro en el año 2001, cerca de la frontera con Brasil, cuando se encontraron ochenta monos muertos. Aunque se estima que “selva adentro”, el numero de víctimas de las epidemias de fiebre Amarilla fue mucho mayor.
Estas alertas determinaron también, el relevamiento de las áreas protegidas de la provincia, entre ellas la reserva privada Yacutinga, donde la fiebre Amarilla no repercutió en absoluto en su población de monos. Yacutinga es una de las áreas protegidas relevadas con este fin, que además de poseer un excelente estado de conservación de la selva, cuenta con el importante aditivo de haberse encontrado un significativo número de grupos de aulladores negros. Es así como Yacutinga, y las pocas áreas de la selva paranaense que aun poseen un buen grado de conservación, se erigen como los hábitats ideales para supervivencia de los monos aulladores misioneros; y la necesidad de preservación y conservación de los mismos, resulta imprescindible.

Los aulladores en la selva misionera

Estos primates, cumplen un importante rol en el ciclo de regeneración de la selva, diseminando las semillas de los frutos que comen al desplazarse lejos de los árboles que las producen (comen en un lugar y defecan en otro). Los aulladores se alimentan exclusivamente de las plantas, hojas y brotes; y de flores y frutos. Comen los frutos casi sin masticarlos y sin destruir las semillas. Este particular proceso de “dispersión” las pepitas, favorece su germinación, haciendo un gran aporte al desarrollo del ecosistema.
Aún así, en la selva misionera, a diario se reemplazan enormes extensiones de bosque natural por plantaciones de pinos, eucaliptos, araucarias y yerba mate. En otros casos, son convertidos en campos para la agricultura y la ganadería a pequeña y gran escala. Todos estos factores ponen en riesgo el hábitat donde viven una gran diversidad de especies, entre ellos estos primates. A esto se le suma la captura de las crías, para venderlos como mascotas. Para ello, se suele matar a la hembra y apoderarse del mono bebe, que muchas veces muere en cautiverio.
Sobran razones para conjeturar que – a largo plazo-, si no se toman las medidas necesarias, los monos de nuestro país, estarán en peligro de extinción. Se estima que a este ritmo, solo podrían perdurar en las áreas protegidas. Mientras tanto, los aulladores, luchan por sobrevivir en la selva -que el hombre arrasa por ambición, por necesidad o por ignorancia- y alegran las copas de los árboles con sus estridentes aullidos, donde viven la mayor parte del tiempo.

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